miércoles, 28 de enero de 2009

iNsTituCiONALizAdo

Institucionalizado.

Es posible que sea la palabra más larga que he escrito en mucho tiempo, pero describe a la perfección a mi nuevo compañero de la cuarta oficina que voy a ocupar desde que llegué hace casi dos años aquí.

Es curioso que cuando digo que ahora tengo de compi de oficina a un holandés la reacción es unánime: "uuuu... qué bien, no?". Pues a ver, la mayoría que he conocido yo sí que son majetes, e incluso esos que no conoces y que paras por la calle estando por sus tierras son de lo más atento, cierto es, pero parece que la gente se forma imágenes erróneas en la cabeza de jornadas laborales marcadas por cafeses, cigarros adulterados escuchando a los Wailers, y frases con voz gangosa como: "moooola tío".

Pues no. Se trata de un holandés que lleva trabajando aquí veintipico años, casi nada, que era jefe y ahora no lo es (mal rollo) y haciendo honor a su pueblo no es mala gente, pero tiene algunas cosas que no me gustan, como:
  • que no es gracioso cuando lo intenta; pero bueno, como no se le pueden pedir peras al olmo igual tampoco se le puede pedir sentido del humor a un holandés, a saber... Por lo menos no es de estos graciosos que se hacen gracia soltanto gracias (me repito, qué pasa) y elevan tu estado de ira hasta límites que ni uno mismo conoce cuando después del chiste, la carcajada y tu cara seria preguntan: "¿no lo pillas, tío?";
  • abre mucho los ojos y se le dibuja una sonrisa malévola cuando habla. Esto más que no gustarme me produce inquietud;
  • cuando habla en holandés suena como holandés, es decir, algo parecido al alemán pero mucho más feo que se podría transcribir tal que así: "joj jij jeeeeejj uuuu shhjjjshhee uk viijj jaaa", tratándose esto último de una carcajada, lo que deja en evidencia al idioma al no poder diferenciarse una onomatopeya de una palabra escrita, y posiblemente hablada también.

... y como iba diciendo, está institucionalizado (joder lo que cuesta escribir esto, haced la prueba). Y es que no se puede hacer nada que se salga de lo que está escrito en el manual como ilustran estas conversaciones:

Contexto: haciendo mudanza de oficina, que no solo me ha tocado a mí; la sección donde trabajo es un pequeño caos ahora mismo.

O. ¿Quién ha puesto este armario aquí?

Yo. Pues R y yo, lo hemos sacado de la oficina entre los dos porque era pesado y todavía somos jóvenes para tener males en la zona de los riñones y como no había sitio en ...

O. Es que no obedece a las normativas de seguridad, está bloqueando visiblemente esta puerta. Si esto lo ve T.C. (ni pajolera idea), a saber cómo reaccionará.

Yo. Ahá. Bueno, pues ya lo moveremos mañana.

O. (cara de "¿¿¿¿¿Pero es que no eres consciente de la gravedad de la situación????? ¿¿¿¿¿Es que quieres acabar con todos nosotros????? ¡¡¡Esto es Chinatooooowwwwnnnnn!!!)
(Comentario: dramatización quizás algo exagerada por mi parte, pero sólo quizás).
(Otro comentario: por esa puerta pasaba perfectamente Montserrat Caballé a lomos de un elefante con dos armarios como ese en sendas alforjas)

Contexto: currando en la oficina. Acabo de concretar una cita más o menos importante con un tío al que llevaba persiguiendo un par de semanas y que tiene una disponibilidad igual a la capacidad de Ana Obregón para recitar la tabla de multiplicar del uno: más bien nula. Contento con mi éxito, se lo comunico:

Yo. O, mañana S viene para hacer la instalación de la que te hablé.

O. ¿A qué hora? Yo. A las tres. O. Pero qué dices chaval, mañana es la reunión del departamento, es EL EVENTO del año! (sonrisa malévola más estirada de lo normal)

Yo. (Para mis adentros: ¿y qué fue de la gala de Eurovisión?). Mmm... bueno, yo considero que para mí es más importante quedar con este hombre... después de todo no creo que se note mi ausencia en una reunión de un departamento donde trabajan cientos de personas (como decidí resolver por la vía diplomática, no terminé mencionando que me paso un poco por los güebs las reuniones de politiqueo del centro)

O. (Sibilinamente) Bueno, tú no trabajas para mí, pero a mí no me parece muy buena idea que no vayas...

Por supuesto, este último comentario obtuvo exactamente el efecto contrario del esperado e hizo que tomara la decisión inamovible de no ir.

Gente, los peligros de la sociedad moderna están ahí esperándonos, latentes, y con un rango que va desde comerse un yogur caducado o pisarse los cordones de las zapatillas (¡¡ese invento infernal!!) hasta acabar siendo un poco esclavo de tus propias pajas mentales.

Así que ya sabeis, no os dejeis institucionalizar, y que no se os ocurra perderos la gala de Eurovisión.

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