jueves, 8 de enero de 2009

cASiCA

Creo que nunca me han llegado a gustar las Navidades.
Y también creo que las únicas de las que guardo muy buenos recuerdos son aquellas en las que era más pequeño y nos reuníamos con la familia de mi madre, que vive repartida allá en la lontananza de las tierras del País Vasco y Navarra (besos desde aquí), simplemente porque éramos más en la mesa y armábamos más follón supongo, y en general quizás cuando la edad a uno le permitía escaquearse de la búsqueda y compra de regalos, todo un arte, y que también se podría hacer en otras fechas aleatorias y porque sí, digo yo, y no porque... porque...
¡Un momento! ¿Alguien sabe de verdad por qué se hacen regalos en Navidad?

En fin, hay cosas que cambian, pero cada Navidad la vuelta a casa es un hecho, y eso me ha hecho reflexionar sobre las cosas que me gustan y que no me gustan de estar allí.

Cosas que me gustan de casa:
  • que cuando llego y arrastro la maleta por el suelo empedrado, mi madre me oiga y siempre salga al portal en vez de esperarme en casa sentadita;
  • que mi hermana siempre me quiera dar un beso por cualquier cosa, aunque sea un poco pegajosa a veces (amor-odio entre hermanos, ya se sabe);
  • el momento de intercambiar regalillos; no es especialmente emotivo, y a mí últimamente me toca poco más que los habituales calcetines, pero desde que hago de Rey Mago principal veo que eso de la ilusión en las caras es un fenómeno muy breve que da paso al desconcierto absoluto (según regalos), y eso mola;
  • ocupar en su totalidad el sofá del salón después de comer y quedarme frito mientras veo cualquier cosa en la tele;
  • servir un poco más de la cuenta vino a mi madre en las comidas/cenas y ver que se va achispando un poco hasta que a veces es ella misma quien lo confirma;
  • chinchar a mi hermana o cantarle canciones de amor como "strangers in the night" si me habla de algún chico. Lo de chinchar es en general, no hace falta que haya chicos de por medio;
  • ir a la playa;
  • tomarme jarras de cerveza helada en la terraza del Elements, con vistas al mar;
  • que mi hermana no acepte beber una gota de alcohol, por mucho que yo insista. Esto no hace más que aumentar mis esfuerzos;
  • que mi hermana me diga que tiene sueño tras haber sucumbido ante mi insistencia;
  • que cuando me voy mi madre me dice adiós con la mano mirando por la ventana y hasta que arranco el coche y lo pongo en marcha no corre de nuevo la cortina;
  • por supuesto, ver también a toda esa gente que no veo todo lo que quisiera, y partirnos el culo con las tonterías de ahora y siempre;
Cosas que no me gustan de casa:
  • que mi madre siempre me pregunte qué quiero comer o cenar, lo agradezco pero termina agobiando un poco;
  • las manchas en la ropa nunca se van en mi casa, no sé por qué;
  • la ropa nunca se acaba de secar en mi casa, tampoco sé por qué;
  • la calefacción chiquitilla que está con nosotros desde hace ni se sabe y que mi madre siempre mantiene encendida cuando hace frío y orientada hacia la pared. Esto me puede;
  • la cafetera y por consiguiente el café;
  • mi cama, acostumbrado a una 2x2 ahora se me hace un poco pequeña;
  • a los polvorones, peladillas y mazapanes añado el turrón. Me gusta, pero cada vez menos, y en muy pocas dosis. Esto entra directamente en conflicto con las ganas que tiene mi madre de que todas las cajas de turrón y otros dulces típicos navideños desaparezcan por fin;
  • que mi madre me haga, además del punto anterior, responsable de que todas las existencias de pan se agoten cada día.
Está claro y es simple, hay más cosas que me gustan que cosas que no me gustan. Por eso supongo que la palabra casa tiene el significado que tiene, y que por eso siempre gusta volver. Eso sí, por estancias no demasiado largas.

PD. Algunas foticos del lugar de propina:

Flora y fauna.


Estructura cónica navideña.

Palmerita.

Peseta de 5 metros de diámetro (parte del monumento a la peseta, obviamente).

Playita.


Puestecita.


Zapatitos.

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