lunes, 26 de mayo de 2008

deSayUno a 10.000


Desayuno a 10.000 metros de altura:
1. Una muffin o magdalena rellena de algo menos asqueroso que los tropenzoncillos color violeta (inquitante color para una comida, efectivamente) que vienen siendo habituales;
2. Un pasaporte, bastante gastado y que siempre da problemas al trabajador de líneas aéreas de turno y al de las fuerzas de seguridad de cualquier estado al intentar hacer una lectura de su banda magnética. Como elementos a destacar contiene un visado a China y una foto mía con pelo y cara de mala hostia (no tiene nada que ver con el pelo, simplemente a veces salgo así en las fotos);
3. El que parece que es un buen libro (hay que esperarse al finaaaaaaal), El guardián entre el centeno, que me está sorprendiendo;
4. Un vasito de pseudo-zumo de naranja, sin un mísero trozo de pulpa;
5. Otro vasito, pero con agua en este caso. Muy conseguida.

Así se las gastan los amigos de Swiss a la hora del desayuno. Menos mal que uno ya se los conoce y es algo previsor ante la sensación del hambre, que no me gusta nada, y aproximadamente algo más de una hora antes en mi casa me había tomado mi desayuno habitual, a 6 pisos de altura, consistente en un kiwi, unos cereales con leche, un zumo de naranja de buen bote, dos tostadas con mermelada de fresa, un café y una minisesión de dibujos animados en el cartoon networks.

El destino del viajecito en avión, mi primera boda. Después de esta experiencia como espectador (a ver qué os creíais), concluyo que:
1. Yo no me caso.
2. Si por lo que fuera (que te apunten con una pistola, que te amenacen con escuchar la discografía de Raphael, con ir a un maratón de películas de Gracita Morales...) al final acabara incumpliendo el punto 1; yo no me caso así. A ver, me alegro por los novios y eso, y supongo que a ellos les haría ilusión... pero a mí eso de montar un teatrillo para un montón de gente con cura por aquí y coro por allá, con corbatas por allí y "que se besen"s por allá, con valses por aquí y el chiquilicuatre por allá... como que no.
3. Me encantan los canapés. Cuantos más y más variedad, mejor.

En fin, supongo que se trata de una experiencia por la que uno tiene que pasar tarde o temprano, y la verdad es que me alegro de que haya sido más tarde que temprano.
Pero bueno, dejando a un lado opiniones personales, reiterando mis mejores deseos para los novios y acordándome del hambre que tengo ahora mismo (otro día narraré el almuerzo de swiss), me voy a poner una lavadora y a ver qué encuentro por mi nevera triste y vacía.

PD. Por cierto, saludos a mi jefe, que encima que le traigo una botella de vino, me encasqueta otra presentación (esta vez parece que interminable) para este viernes. Yeah.

2 comentarios:

AK dijo...

Dios mio! Dios mio! estaba leyendo tu post y no he podido esperar a acabarlo para postear.
¿¿LIBRO QUE PARECE BUENO?? Pero tio, es... ¡El Guardián entre el centeno!
no es un libro desconocido es...
¡EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO!

¡¡Felicidades por la elección!!, dicen que aunque no se lea con la edad que tiene Holden todo el mundo se siente identificado con lo que siente porque le en algún momento le ha pasado o le está pasando.

Si decides que te gusta J.D. Sallinger, The Bell Jar, (La campana de cristal) de Silvia Plath es también una buena elección, aunque yo me quedo con Sallinger.

Parece bueno... te doy pal pelo, es cojonudo!!!!

ghab dijo...

Joe,
qué agresividad! Ya sabía que es super famoso y bla bla... De ahí que tuviera la espinita de no haberlo leído. Pero mi experiencia me dice que no me fíe de los clásicos ni de aquello que se supone que es bueno y cojonudo, que eso me ha hecho leer tostones de mucho cuidado.
En fin, que sí, que me está gustando, que el Sallinger es crudo a más no poder y que también, uno se siente identificado con el salvajismo de personalidad que derrocha el Holden este.

Ya te informaré del veredicto final :D