Ya a salvo en territorio nacional después de la travesía en coche desde Ginebra, contemplo con asombro e inmortalizo uno de los secretos culinarios mejor guardados: las patas de cordero se reblandecen a base de chutes de vino tinto. Literalmente.
Y yo que perdía el tiempo echándoles el clásico chorrazo de vino por encima... cómo evolucionan los saberes de la humanidad.
Paz y Feliz Navidad a los hombres y mujeres de buena voluntad.
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